El cumpleaños de los hijos

Nuestros tres hijos 27,24,21 ya no viven con nosotros. La vida pasó muy rápido. Un día me inventaba cubiertas de pasteles con chocolates, golosinas, velas de colores, sprinkles, otro ya tocaba hacer las fiestas con la clase entera. Yo era de esas mamás que no podía dejar a ningún niño sin su invitación. En esas icónicas fiestas donde se jugaban a las perseguidas, escondidas, ponle la cola al burro, saltar en costales, piñatas, bailes disfrutábamos con las amigas y los papás y mamás de los niños. Nuestros cumpleaños resultaban puntos de encuentro, además nadie debía quedar sin su sorpresa.

Luego llegó la adolescencia y los hijos ya pusieron sus ideas y energías. Las reuniones eran llenas de cosas especiales de su gusto como la música y, para comer y tomar, nuevas especialidades: crepas, Omelettes suizas, sándwiches, batidos de frutas y claro, con todas las decoraciones del caso: bombas, serpentinas, confeti.

En la universidad ya la tradición de festejar los cumpleaños en grande, estaba plantada en el ADN de la familia. Ahora que todos se fueron de la casa, todos regresan para el canto de cumpleaños, aquel a las 6:00 de la mañana que te despierta con las mañanitas y el cumpleaños feliz, a lo que les siguen abrazos, besos y bendiciones y claro antes de salir a las actividades de cada uno, un rico desayuno con rezo y agradecimiento a nuestro Dios para pedirle que nos siga bendiciendo con su presencia. Cada día tiene su afán y su compromiso.

Lo que quedan son los valores, las tradiciones y el amor que recibiste.

Festejen siempre con pasión los momentos que la vida les regala ✨

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Our three children 27, 24, and 21 no longer live with us. Life went by so quickly. One day I was inventing cake toppings with chocolates, candies, colorful candles, and sprinkles; the next, it was time to throw parties for the whole class. I was one of those moms who couldn’t bear to leave any child without an invitation.

In those iconic parties where we played tag, hide-and-seek, pin the tail on the donkey, sack races, and broke piñatas, we all had fun — friends, moms, and dads alike. Our birthday celebrations became gathering points for everyone, and of course, no one was ever left without a party favor.

Then came adolescence, and our children brought their own ideas and energy. The gatherings were filled with things they loved — music, and new specialties to eat and drink: crepes, Swiss omelets, sandwiches, fruit shakes — all with the proper decorations, of course: balloons, streamers, and confetti.

By the time they were in college, the tradition of celebrating birthdays in a big way was deeply rooted in our family’s DNA. Now that they’ve all left home, they still return for the traditional birthday singing at 6:00 in the morning that wakes you up with Las Mañanitas and Happy Birthday, followed by hugs, kisses, and blessings. And before everyone heads off to their daily activities, we share a delicious breakfast with prayer and gratitude, asking God to keep blessing us with His presence. Each day brings its own purpose and commitment.

What remains are the values, the traditions, and the love you received.

Always celebrate with passion the moments that life gives you.